Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2016
No siempre son los riesgos los que matan. A veces son más mortíferos los miedos, que van aprisionando sutilmente hasta tener la presa completamente atrapada. Quiero mi libertad, la libertad de mi misma, quiero expresar todo lo que no puedo. Y no es que no quiera, es que ese miedo, del que ni me doy cuenta, ya se encargó de paralizar los sentimientos segundos después de que nazcan, para que cuando quiera pensar en ellos no pueda porque apenas me enteré de su existencia, y aunque yo desconozca en gran medida esa existencia están ahí haciendo estragos por querer salir y cumplir con el propósito con el que nacieron. Pero como el miedo está presente -consciente e inconscientemente- nunca enfrento lo que pienso, ni lo que siento y mi mundo se vuelve tan mio y tan perturbador que yo misma quiero huir de el, y todo mi cuerpo lo expresa y trata de huir y estar alerta todo el tiempo cual reo en cárcel, y como no puede...desespera. He visto tanta gente ansiosa pasar frente mio y yo ser un medio

Dolor con proposito

¿Qué tan malo es el dolor? ¿Cómo una puntada en el corazón? El dolor duele, pero que duela no es necesariamente malo. Dios permite el dolor con propósitos, y a los que le aman todo ayuda a bien; incluso el dolor. Si aprendiéramos a creer de verdad esto, aceptaríamos el dolor de otra manera. Dejaríamos de tratar de huir de él, dejaríamos de buscar soluciones vanas e instantáneas para no sentirlo. Si aprendiéramos a vivir con dolor de vez en cuando, seriamos más libres, viviríamos libres de ahogar las penas en la comida, en la bebida, libres de drogas, libres de comernos las uñas, de autolesionarnos, de suicidarnos, de vivir esclavos de la pornografía y/o del placer sexual…viviríamos más libres de todas esas cosas que en su intento por aliviar el dolor nos hacen daño, y como el daño produce dolor, necesitamos más de eso que nos hace daño, y terminamos atrapados en un círculo de falso e inútil manejo del dolor. Preferimos manejar el dolor con daño, porque es más fácil (e imprudente) vivir